El doctor Ariel Orama reflexiona sobre la trama de la película puertorriqueña El Chata, recién estrenada en varias salas de cine del país
El doctor Ariel Orama reflexiona sobre la trama de la película puertorriqueña El Chata, recién estrenada en varias salas de cine del país
Samuelito lo ha visto todo. Sus ojos, tan diáfanos como nuestra esperanza, oscilan al compás de sus puños precoces y de un “mutis” que lo engrandece en pantalla. Chata: como la nariz -real y simbólica- del púgil tatuado que hace las veces de antihéroe, aunque nos enfade desde las gradas. Como la piel lacerada del que recibe cantazos y, a pesar de ello, queda erguido en un segundo para alcanzar su sustento y hacer patria. Como “un asunto o negocio poco rentable”, alias pelea callejera o deporte de pocos, diría la RAE. Chata: como las promesas económicas falsas, las agendas partidistas ocultas y las intrigas políticas en un país que, desde hace años, se desangra. Aun así, se mantiene en la esquina incómoda del cuadrilátero de las quimeras. De las batallas.
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