A propósito de un recorrido por la ciudad de Nueva York, Ariel Orama reflexiona sobre las potencialidades del arte puertorriqueño como producto nacional de gran valor
A propósito de un recorrido por la ciudad de Nueva York, Ariel Orama reflexiona sobre las potencialidades del arte puertorriqueño como producto nacional de gran valor
El cielo se impregna de gloria: caminar por las calles neoyorquinas con un airecito de turista es un deleite para aquellos que recién descubrimos los manjares de la Gran Manzana. Central Park se divisa mientras anochece: transeúntes se entremezclan, razas, sabores, personalidades y géneros. Es un baile esplendoroso; fuera los estigmas y las nociones falsas sobre lo que es la ciudad de los rascacielos. Se dispersan los seres con facilidad entre sus calles en movimiento.
Te invitamos a descargar cualquiera de estos navegadores para ver nuestras noticias: