Hijo, entonces, de la radio, del cine, de los comics, de los libros. Piezas todas de la misma dichosa experiencia de aprender, escribe Sergio Ramírez
Hijo, entonces, de la radio, del cine, de los comics, de los libros. Piezas todas de la misma dichosa experiencia de aprender, escribe Sergio Ramírez
En los años cincuenta del siglo pasado, en un pueblo pequeño como el mío en Nicaragua, antes de la llegada de la televisión la radio lo era todo, y la familia se congregaba a horas rituales del día para escuchar los noticieros, las radionovelas y la música de moda alrededor del aparato de baquelita conectado a la antena en el techo de la casa. Se trataba de una experiencia colectiva, y las mismas voces de los locutores, actores y cantantes se escuchaban en todo el vecindario a alto volumen.
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