Pese a la tecnología ‘revolucionaria’ de la cibernética, la educación universitaria ha dado marcha atrás un siglo. Sigue siendo educación a distancia, distante, empobrecedora, dice Luce López Baralt
Pese a la tecnología ‘revolucionaria’ de la cibernética, la educación universitaria ha dado marcha atrás un siglo. Sigue siendo educación a distancia, distante, empobrecedora, dice Luce López Baralt
En una columna para La Tribuna (24 de julio, 2020), Francisco José Soler Gil compara la enseñanza universitaria virtual con un videojuego. Es decir, con una impostura. Es sabido que no tenemos otra opción durante la pandemia del coronavirus que servirnos de la educación a distancia para evitar la catástrofe aun mayor de caer en un black hole docente, pero importa medir la desdicha que nos ha acontecido. Cierto que el Zoom tiene sus ventajas, y la que suscribe lo practica, porque, entre otras cosas, acorta geografías insalvables y nos une simultáneamente con colegas repartidos por todo el planeta. Pero el optimismo de los que celebran el “avance gigantesco” de haber llegado a la “universidad del futuro” --la virtual-- me parece completamente descaminado.
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