La lengua, por lo tanto, pasa ahora en Nicaragua a la clandestinidad. Cultivarla, estudiar, investigar vocablos, oraciones, es un delito, escribe Sergio Ramírez
La lengua, por lo tanto, pasa ahora en Nicaragua a la clandestinidad. Cultivarla, estudiar, investigar vocablos, oraciones, es un delito, escribe Sergio Ramírez
Afirma Claudio Eliano en su Varia historia, que el tirano Hanón de Cartago, en su insolencia, para eliminar las conjuras y conspiraciones ordenó por decreto a los naturales de la ciudad que no hablasen entre ellos, bajo pena de hacerles cortar la lengua. Pero los ciudadanos consiguieron sortear la prohibición haciéndose señas con la cabeza o gesticulando con las manos, y aun levantando las cejas, o con expresiones de los ojos, todo en burla y desacato.
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