La literatura es eso, despejar los velos en llamas del apocalipsis para penetrar en la intimidad del dolor, como en los libros de Svetlana Aleksiévich, escribe Sergio Ramírez
La literatura es eso, despejar los velos en llamas del apocalipsis para penetrar en la intimidad del dolor, como en los libros de Svetlana Aleksiévich, escribe Sergio Ramírez
Esta noche de abril cuando se clausura el Festival de Poesía de Granada, Svetlana Aleksiévich sube al escenario en el patio rodeado de columnas del palacio de Carlos V en La Alhambra, metida en su abrigo y la cabeza protegida por un chal porque hace frío, y su voz melodiosa se desgrana entre pausas para dar paso a la traductora que, sentada a su lado, va recogiendo sus palabras en ruso, un idioma que no entiendo pero que en sus labios me parece que así deben sonar los parlamentos de Chejov cuando hablan en el escenario sus personajes femeninos.
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