

Los caminos de la migración clandestina a Estados Unidos forman un enjambre azaroso que tiene una estación intermedia en Nicaragua, situada en el ombligo del continente. Hasta hace poco, decenas de vuelos chárter aterrizaban en Managua procedentes de lejanos puntos del planeta. Ahora han disminuido drásticamente. Al llegar, los pasajeros son embarcados de manera expedita para seguir viaje por tierra a Honduras, y de allí hacia el norte; sólo entre enero y octubre de 2024 un caudal de 318 mil personas, según datos del Instituto Nacional de Migración de este último país. Un negocio de alta rentabilidad.
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