

La verdad es que nunca las he envidiado. Ser mujer nunca ha sido fácil. Desde jovencitas tienen que lidiar con la menstruación, luego con nueve meses de embarazo, el doloroso parto y, para finalizar, la menopausia, coronada a menudo por la osteoporosis. Y ni hablemos de los prejuicios e inequidades que tienen que soportar en el empleo, donde sus sueldos, comparados con los de los varones, tradicionalmente han sido más bajos. Esto último al menos tiene remedio, y gradualmente ha ido mejorando, pero la menstruación solamente la cura la menopausia y, en muchos casos, ese remedio es “peor que la enfermedad”.
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