De cara a los datos sólidos que respaldan no solo la existencia de la pandemia, sino también la eficacia y seguridad de las vacunas contra el COVID, ¿cómo podemos explicar este comportamiento tan aberrante?, cuestiona Fernando Cabanillas
De cara a los datos sólidos que respaldan no solo la existencia de la pandemia, sino también la eficacia y seguridad de las vacunas contra el COVID, ¿cómo podemos explicar este comportamiento tan aberrante?, cuestiona Fernando Cabanillas
El más prominente personaje antivacunas de Israel, Hai Shaulian, murió el 13 de septiembre. Por mucho tiempo había pedido a sus seguidores que no se vacunaran contra el COVID. “No hay epidemia, la vacuna es innecesaria y peligrosa”. Shaulian publicó una actualización para sus seguidores en Facebook sobre su estado de salud desde la unidad de cuidado intensivo, pidiéndoles que continuaran haciéndole frente al “establishment médico”. “Estoy en estado muy grave. No soy capaz de hablar o responder a la gente”, escribió. “Me tomó alrededor de una hora descubrir quién soy, dónde estoy y qué estoy haciendo aquí. La falta de oxígeno es algo terrible. Creo que superaré esto, si Dios quiere. Espero que tome dos semanas, tal vez tres. Sigan luchando”. Al día siguiente murió.
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