Tanto mis papás como el liderato de puertorriqueños en Chicago, hemos luchado por definirnos en nuestros propios términos, puertorriqueños de Chicago, escribe Marisa Alicea
Tanto mis papás como el liderato de puertorriqueños en Chicago, hemos luchado por definirnos en nuestros propios términos, puertorriqueños de Chicago, escribe Marisa Alicea
Conocí a Puerto Rico en mi infancia, a través de la música y los discos que mi papá, Manuel Alicea, tocaba. Entre ellos los boleros del Trío Vegabajeño y el Trío Los Condes. La canción favorita de mi papá era “En mi Viejo San Juan” – el himno nacional de la diáspora puertorriqueña. La cocina de mi mamá, Ana Alicea, era y es todavía ese espacio que se convierte en un instante en un pedacito de Puerto Rico con el olor a ajo, los envases de especias, las latas de gandules, y olor a sofrito y adobo. Las fiestas familiares con mis siete tíos y tías y mis primos transformaban mi casa en un pedacito de Borinquen en Chicago. Estos recuerdos se convierten en una forma de conversar con un pasado que incluye a la isla y mi infancia en la comunidad puertorriqueña de Chicago.
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