Durante su primera semana en la Casa Blanca, la administración Trump implantó una veintena de acciones ejecutivas para deportar inmigrantes indocumentados en Estados Unidos y Puerto Rico. Entre otras medidas, el presidente asignó 1,600 soldados para reforzar la seguridad en la frontera de Estados Unidos con México, partiendo de la declaración de una emergencia nacional basada en una supuesta “invasión” de extranjeros ilegales. Hasta ahora, la oficina de Control de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) ha realizado redadas para arrestar a cientos de inmigrantes indocumentados en Chicago, Atlanta, Denver, Los Ángeles, Miami, Newark, San Juan y otras ciudades. Se trata de cumplir una de las principales promesas de la última campaña presidencial de Trump de promover el mayor programa de deportaciones masivas en la historia de Estados Unidos.
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