Juan Dalmau ha mirado los problemas con ojos de soluciones y la gobernación, no como instrumento de dominación, sino como instrumento de liberación, de consciencia, escribe Emmanuel Quiñones
Juan Dalmau ha mirado los problemas con ojos de soluciones y la gobernación, no como instrumento de dominación, sino como instrumento de liberación, de consciencia, escribe Emmanuel Quiñones
Muchas de mis ideas sobre el carácter puertorriqueño contemporáneo nacieron fuera de la isla, en la diáspora. Me marché de Puerto Rico en busca de oportunidades. Conseguí un salario apto y me deje llevar por el brillo del dinero, intentando asimilarme a una sociedad que no era mía. En el tren, pa’arriba y pa’abajo, desde el Upper East side hasta Coney Island, me perdí y dejé atrás una vida que pensé que no era mía. Un día coincidí con un hermano puertorriqueño en el tren. Tenía en su mano un tarjeta de “raspa y gana”, versión americana. Raspaba con fuerza y decía: “Este es”. Terminaba de raspar una tarjeta y volvía con otra y repetía: “Este es, Este es”.
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