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El chat y el llanto de una jueza
Siempre me ha gustado ese eslógan de una iglesia de origen brasileño que dice “Pare de sufrir”. Es que es muy cierto: tenemos que parar de sufrir. ¿Ustedes se imaginan lo mucho que se irrita el ciudadano cada vez que los medios revelan que nuevos arientes y parientes logran acceder a las agencias del gobierno, y sobre todo a esa Oficina de Servicios Legislativos, que es como un sancocho donde dejan caer esposas, esposos, hijos, hijas, primos, suegras, y todo lo que aparezca en la alacena?
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