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Prudencia y serenidad para Puerto Rico

20 de octubre de 2024 - 1:00 AM

Con el día de las elecciones ya en el horizonte, los residentes de Puerto Rico tenemos por delante 15 días críticos al cabo de los cuales nos enfrentamos a la gravísima responsabilidad de elegir a las personas que conducirán los destinos de nuestro país, con todo lo que ello conlleva, durante los próximos cuatro años.

En este tramo final, en estos últimos días que tenemos para aquilatar una determinación de tan tremenda trascendencia, esperamos, y necesitamos, un discurso público sereno, comedido, prudente, centrado en ideas y no en ataques personalistas, que ayude al electorado a tomar decisiones racionales, no basadas en emociones ni en miedos.

Lamentablemente, ese no ha sido el tono de mucha de la campaña hasta este momento. Por el contrario, abundan los más bajos ataques personalistas, la estridencia, la crispación, las mentiras y la propagación de miedos, como evidencia cualquier exposición en estos días a cualquier medio de comunicación o red social.

Estas dañinas dinámicas no siempre surgen del entorno de los candidatos como tal y, por supuesto, ningún aspirante puede controlar qué hacen o dicen sus seguidores. Pero sí tienen una gran influencia entre sus seguidores, a los que pueden pedir moderación y prudencia en los discursos, sin mencionar, obviamente, el ejemplo que pueden y deben dar por la manera en que ellos mismos se conducen en la conversación pública.

Por lo tanto, exigimos, de los candidatos, sus portavoces y sus seguidores, prudencia y mesura en el discurso público, un detente a los ataques personales (que, no los vamos a repetir aquí, pero todos sabemos que se han visto de los más bajos imaginables) y que concentren el valioso tiempo que queda en sus planes y propuestas.

El discurso de la crispación, la caricaturización del opositor, los discursos tremendistas, con marcadas falsedades, sobre todo en cuñas publicitarias, confunden al electorado y crean un clima de ansiedad social, desconfianza y polarización, que es muy dañino y no le hace bien a nadie. Este ambiente de hostilidad divide y afecta familias y, lamentable como puede sonar, causa heridas emocionales difíciles de superar una vez concluye el proceso electoral.

Puerto Rico no necesita esto. Como hemos dicho antes desde este mismo espacio, lo que nuestra sociedad necesita son discusiones ponderadas y concienzudas sobre los problemas impostergables que tenemos como sociedad.

Estos incluyen la pobreza y la violencia que nos siguen arropando, la lentitud, ya intolerable, de la reconstrucción, la fragilidad de la red eléctrica, la manera de reactivar la economía y mejorar la educación pública y cómo afrontar los problemas de nuestro sistema de salud, del cambio climático y mucho más. Ninguno de esos serios problemas se resuelven con la plétora de insultos, ataques y mentiras que se ven a toda hora en redes sociales.

Por nuestro país y por nuestros hijos, es hora de ponerle coto a esta dinámica. Abogamos por serenidad y prudencia en los últimos días de la campaña, de manera que exista el ambiente propicio para que cada cual haga su elección según se lo dicte su conciencia, sin el ruido y la crispación que ha dominado mucho de la campaña. Esa, idealmente, debía ser la meta, que cada cual decida libre de miedos y de presiones.

Parecerían ignorar los que promueven estos tipos de discursos que, el día después de las elecciones, seguiremos todos viviendo en nuestra patria, que no es un continente, sino una isla pequeña, viéndonos cara a cara e, idealmente, trabajando todos juntos por nuestro país. Esperamos que en la etapa final de la campaña prevalezca la cordura y al culminar las votaciones se fortalezca la unidad que necesitamos para poner en vigor iniciativas acertadas para revitalizar a Puerto Rico.

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