El traspaso pacífico y ordenado del poder entre uno y otro gobierno, que es un trámite de importancia medular en una democracia liberal como la nuestra, comenzó esta semana entre los equipos de trabajo del gobernador saliente, Pedro Pierluisi, y la entrante, Jenniffer González, bajo un clima sosegado que esperamos continúe a lo largo del proceso.
El traspaso de poder, incluso entre ejecutivos del mismo partido, como es el caso aquí, ofrece una oportunidad única de darle una mirada panorámica al estado de las principales iniciativas y desafíos del gobierno, pisar el acelerador donde haga falta, recalibrar lo que sea necesario y, en términos generales, ver, como en un mapa, dónde está el país en relación a dónde se le quiere llevar, para ajustar la mira en objetivos precisos.
El proceso de transición, igual, es el primer choque de realidad al que se enfrenta un gobierno entrante en cuanto a los recursos con los que cuenta para intentar cumplir sus promesas, lo cual es especialmente importante en el caso de González, cuyos principales ofrecimientos tuvieron como eje la enorme cantidad de fondos federales de reconstrucción ya asignados por las autoridades estadounidenses, pero todavía no usados para completar proyectos importantes en la isla.
Los primeros días de las vistas de transición, de hecho, giraron en torno al status de proyectos de recuperación y las relaciones con las autoridades federales en cuanto a asignaciones, términos y otros trámites. El manejo de la recuperación, sobre todo en lo relacionado a la red eléctrica, fue el principal talón de Aquiles de la administración saliente y, en ese sentido, se entiende el énfasis en este asunto por parte del gobierno entrante.
En este asunto y en todos los demás temas, urgimos a la administración saliente, algunos de cuyos miembros tienen razonables expectativas de continuar en el servicio público, a que muestren total apertura, e informen todo lo relacionado a sus áreas, con la mayor transparencia, de manera que el equipo de la gobernadora electa tenga el cuadro más detallado posible del estado de situación del gobierno al inaugurarse dentro de poco más de un mes.
El nuevo gobierno, que fue elegido de manera contundente por el electorado, merece la oportunidad de entrar en funciones con una idea clara y comprensiva del estado de situación, de manera que cuando sea el momento de gobernar, a partir de enero, no tenga que lidiar con sorpresas desagradables que le signifiquen traspiés en el inicio de sus funciones.
El tema del manejo de los fondos federales de reconstrucción, por supuesto, es de cardinal importancia, dado el caso de que un par de semanas después de la inauguración de González toma posesión en Washington un gobierno del que nadie espera manos de seda para con Puerto Rico y cuyo dirigente, Donald Trump, no ha disimulado en el pasado su desdén hacia nosotros.
Al gobierno saliente le costó demasiado el pobre manejo de los fondos de la recuperación y ese tema igual será una espada de Dámocles colgando sobre el nuevo gobierno, que también enfrentará la posibilidad de recortes o suspensión incluso de asignaciones ya comprometidas. La manera más efectiva de contrarrestar ataques de quienes no nos quieren bien desde la capital federal es la rendición de cuentas, transparencia, responsabilidad y eficacia en el manejo de los fondos de la recuperación.
En resumen, la transición es el primer paso hacia un gobierno competente, que pueda rendir cuentas de sus acciones aquí y en la capital federl y que, por supuesto, responda a las necesidades de nuestra sociedad, que tanto sufre la carencia de instituciones eficientes.
Con la mira puesta en las necesidades y el orden del país, reiteramos, entonces, nuestro llamado a un proceso de transición transparente y responsable, que ayude al nuevo gobierno a conducir a Puerto Rico hacia las metas que por tanto tiempo hemos añorado.