Los indicios de precipitación e indolencia son bastante evidentes. En el proceso de demolición y remoción de metales de ese monumento al abandono que es la antigua estructura de la Commonwealth Oil Refining Company, Inc. (CORCO), se detectó la presencia de asbesto. Eso fue a principios del pasado diciembre, y ya para entonces las fibras tóxicas se habían esparcido en el aire y afectado escuelas, iglesias, canchas, pequeños negocios y, probablemente, los hogares de muchísimas familias.
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UNA CUESTIÓN DE JUSTICIA AMBIENTAL
Nota de archivo
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