Editorial
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Urge debatir con honestidad y seriedad

14 de septiembre de 2024 - 11:10 AM

El debate presidencial del pasado martes entre el expresidente Donald Trump y la vicepresidenta Kamala Harris, que pudo haber sido una buena oportunidad para que el público estadounidense conociera a fondo las posturas de ambos sobre un sinfín de temas críticos, desembocó, en cambio, en un triste espectáculo de desinformación y mentiras.

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Por supuesto, el responsable de este inaceptable desenlace fue Trump, cuya fama de farsante no es de ninguna manera inmerecida. En el debate, esta horrible conducta del exmandatario alcanzó niveles insospechados, como la denuncia, totalmente infundada, absurda y, para colmo, peligrosa para las víctimas del ataque, de que inmigrantes haitianos le comen las mascotas a los residentes de una ciudad en Ohio.

En contraste, Harris mostró un comportamiento y desempeño más acorde con lo que se espera de una persona que aspira a dirigir el país más poderoso del mundo.

En medio del ramillete de mentiras de Trump, que incluyeron también la demente alegación de que hay estados sancionando el asesinato de bebés ya nacidos, fue muy poco lo que los votantes, incluyendo los seis millones de puertorriqueños residentes en Estados Unidos, cuyo voto es muy codiciado por ambos partidos, tuvieron como propuesta específica para aquilatar.

Fue muy lamentable que un ejercicio tan importante como un debate entre candidatos presidenciales terminara sin que Harris pudiera presentar sus plataformas, cosa que es importante porque ella sigue siendo un enigma para muchos.

La acusan de ser marxista porque su padre era marxista. ¿Uno es culpable de lo que los padres hacen o dejan de hacer? Si es que en realidad el padre de la vice presidenta lo fuera.

Vivimos en tiempos en que existen más herramientas que nunca para informarnos. Aun así la desinformación es un nocivo virus que se propaga por toda la sociedad y contamina, a menudo irremediablemente, el saludable debate de ideas que debe ser parte de cualquier contienda política.

Aunque las alegaciones de Trump pueden parecer absurdas, no es poca la gente que, por falta de interés en informarse u otras razones, creen y a su vez siguen propagando las mismas mentiras tal como papagayos que no piensan. A otros, la hemorragia de mentiras los deja aturdidos, teniendo que buscar, en fuente confiables y no confiables, la manera de aquilatar a desmentir lo dicho por el expresidente.

Merece encomio el temple mostrado por los periodistas David Muir y Linsey Davis, de la cadena ABC, quienes hicieron grandes esfuerzos por mantener a Trump en el carril de la verosimilitud y lo confrontaron con algunas de sus más escandalosas mentiras, como las de los haitianos comiendo gatos y perros.

A los políticos del patio, que en estos momentos negocian sus comparecencias a diferentes debates antes del crucial evento electoral del 5 de noviembre, les pedimos que no tomen como ejemplo lo que vimos en ese encuentro. Les urgimos a que, en cambio, aprovechen debates, foros y cualquier otra comparecencia a disposición para explicar sus ideas y propuestas para atender los muy graves problemas que tiene nuestro país, sin recurrir a mentiras, medias verdades o ataques personales.

La época electoral es un privilegio muy especial del que gozamos los que vivimos en democracia. No es algo, se sabe, que todos los pueblos pueden dar por sentado. Quien primero tiene que tomar conciencia de esto son los que gozan del mayor privilegio de todos, que es la posibilidad de aspirar a un puesto en una elección democrática.

La mejor manera de valorar ese privilegio es haciendo un uso responsable, sensato, y, sobre todo, honesto de la plataforma sin igual que provee una candidatura. No esperamos menos de los aspirantes de allá, ni de los de acá.

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