El manejo de crisis puede ser tanto bendición como maldición para el líder que gobierna: lo invita a crecerse o lo arrastra al abismo, sostiene Orlando Parga
El manejo de crisis puede ser tanto bendición como maldición para el líder que gobierna: lo invita a crecerse o lo arrastra al abismo, sostiene Orlando Parga
Los autores del libreto de “Mad Men” – la exitosa serie inspirada en la poderosa industria publicitaria de Madison Avenue – se habrían maravillado con el material que les pudo proporcionar la influencia alcanzada por esa industria en la política puertorriqueña. Atrás quedaron los tiempos cuando los publicistas Samuel Badillo, Leslie Highley y Joe Franco aunaron su experiencia profesional a la pasión ideológica que les identificaba a sus partidos Popular y Progresista, hasta desarrollarse como exitosos estrategas de campaña electoral. En aquella época era el líder político el que sometía su programa y candidatura al publicista para que este diseñara su plan de campaña y así venderlo a la opinión pública; hasta que en algún punto el síndrome “Mad Men” se impuso, los roles se invirtieron y el publicista adquirió poder decisional sobre el político o candidato, ejecutando la estrategia que parió un laboratorio de publicidad.
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