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Si los mensajes de situación del Estado se celebran anualmente, en esta etapa de mi vida debo haber estado potencialmente consciente de casi una cincuentena de ellos. Digo “potencialmente”, porque al igual que un porcentaje elevado de compatriotas, participo de una desconexión muy grande entre estos rituales y la realidad cotidiana de los ciudadanos. En los años en que parte de mis labores se realizaban en el Viejo San Juan, la llegada del “día de logros” de los gobernadores significaba la interrupción de labores, para que así intentáramos salir de la ciudad vieja antes de los cortes de tránsito y la llegada de hordas fotuteras.
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