‘El Cano’ Delgado y los 12 que llevó ante la justicia constituyen un patrón del desastre; son la representación de un mal banal, cotidiano, institucionalizado, que posee ya sus industrias de servicio, escribe Eduardo Lalo
‘El Cano’ Delgado y los 12 que llevó ante la justicia constituyen un patrón del desastre; son la representación de un mal banal, cotidiano, institucionalizado, que posee ya sus industrias de servicio, escribe Eduardo Lalo
Robert Adams, el gran fotógrafo estadounidense contemporáneo, da comienzo a su ensayo “Photographing Evil” relatando cómo, en una ocasión, en un remoto punto del estado de Colorado, tomó un desvío y condujo 80 millas hasta arribar a las ruinas de tres barracones, ante los cuales la organización sindical de los United Mine Workers había erigido un monumento. Adams describe la desolación del lugar, un espacio perdido en llanos resecos azotados por el viento, y se queja de la aparente inutilidad de su esfuerzo: la toma de una serie de fotografías de un monumento que representaba a un hombre, una mujer y un niño, en recordación del asesinato de mineros perpetrado por la milicia de Colorado. Solo, a decenas de millas de cualquier poblado, confrontando los límites de su empeño fotográfico, Adams aborda las dificultades de la representación del mal. “Lo que quería hacer”, escribe, “y sabía que era inútil, eran fotografías de un monumento que de alguna manera cuestionara las nuevas minas que se hacían más al norte. Sin embargo, en la mayoría de los casos, los mineros allí no tenían interés de sindicalizarse y eran…miembros de la Guardia Nacional”.
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