Don Nelson Ruiz arrimó su cabeza al hombro de su hijo, del mismo nombre, y dejó salir la sonrisa perfecta que había estado ocultando por casi 30 años, desde que, poco después del asesinato de la joven Glorimar Pérez, en 1988, por razones que nadie ha podido explicar, el entonces muchacho comenzó a ser relacionado con el horrendo crimen. El mayor de sus hijos había regresado a casa, finalmente, tras pasar 22 años encarcelado por un crimen que no cometió.
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El júbilo y la vergüenza
Don Nelson Ruiz arrimó su cabeza al hombro de su hijo, del mismo nombre, y dejó salir la sonrisa perfecta que había estado ocultando por casi 30 años, desde que