Pasa todos los días en este airado país nuestro y también lo vemos a menudo en películas: llevan a la víctima a rastras, vendada y amordazada, hasta un paraje solitario, lo ponen de rodillas de frente al horizonte y le ponen el frío metal del revólver en la nuca sudorosa, mientras le hacen implorar por su vida. Antes de ese momento, la habían golpeado, ultrajado, torturado y a veces hasta arrancado las uñas, tratando, sin éxito, de hacerla desprenderse de su esencia.
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Un cuerpo torturado
Pasa todos los días en este airado país nuestro y también lo vemos a menudo en películas: llevan a la víctima a rastras, vendada y amordazada, hasta un paraje solitario, lo ponen de rodillas de frente al horizonte y le ponen el frío metal del revólver en la nuca sudorosa, mientras le hacen implorar por su vida. Antes de ese momento, la habían golpeado, ultrajado, torturado y a veces hasta arrancado las uñas, tratando, sin éxito, de hacerla desprenderse de su esencia.