Opinión
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Todos los días, los residentes de Puerto Rico, salvo raras –y muy afortunadas– excepciones, tenemos que entrar a una cárcel. Las celdas de esa cárcel son pequeñas y opresivas. Pero el que tenga medios puede acceder a algunas de bastante comodidad, con cristales polarizados, asientos de piel, panel digital y sistema de “surround sound”, lo cual puede hacer al encierro un poco menos arduo.
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