Hay una fuga de la sacralidad del amor y la intimidad en ese momento cuando lo obsceno se manifiesta con tanto descaro, escribe Edgardo Rodríguez Juliá
Hay una fuga de la sacralidad del amor y la intimidad en ese momento cuando lo obsceno se manifiesta con tanto descaro, escribe Edgardo Rodríguez Juliá
Queridos amigos, amigas y amigxs, todos, tod@s, todas y todes… Hoy me siento como se sintió el Vate, Don Luis Muñoz Marín, cuando chinchorreando por esas carreteras de montaña adentro se encontró con aquel rótulo que anunciaba, con todo descaro, el “Agapito’s Bar”. El Vate, indignado por la transculturación en Spanglish que ya se vivía, pronunció un discurso famoso. Yo, que por escribir sobre ese mismo Vate fui tildado de “patriarcal” y con ocultas ambiciones políticas -¡en quién estaría pensando semejante crítico!- tengo que escribir este artículo. Hay golpes bajos de dios que merecen un grito.
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