Los extranjeros inmigrantes terminarían siendo más decisivos en nuestros asuntos ¡que los puertorriqueños que emigraron por necesidad!, escribe Edgardo Rodríguez Juliá
Los extranjeros inmigrantes terminarían siendo más decisivos en nuestros asuntos ¡que los puertorriqueños que emigraron por necesidad!, escribe Edgardo Rodríguez Juliá
Prueba de la dispersión y debilitamiento de la nacionalidad puertorriqueña sería la aprobación del voto extranjero en nuestros comicios. Todo empezó con la ventajería concebida por Carlos Romero Barceló luego de apretadas elecciones con el Partido Popular. Pensó que los votos de los presos serían decisivos en elecciones disputadas por escaso margen. Lo que parecía una medida liberal siempre la entendí como un chanchullo. Los presos, efectivamente, están en esa condición porque violentaron el más básico contrato de convivencia social. ¿Por qué dotarlos, entonces, con el máximo derecho de la vida democrática, es decir, la capacidad de elegir nuestros gobernantes? Violar el contrato social mínimo de convivencia, mediante violencia o fraude, es despreciar la importancia del poder político, del orden constituido y sus leyes. ¿Por qué darles entonces el voto? Romero Barceló, en una expiación tardía, lamentó ese voto como, quizás, su mayor equivocación política.
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