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La exposición del joven pintor Rogelio Báez, en el Museo de Arte y Diseño de Miramar, muestra de excelente calidad pictórica, nos obliga a una reflexión sobre el tan sonado “deterioro” que vive nuestra sociedad. Tal pareciera que una joven generación entiende el desarrollismo muñocista de los años cincuenta como una utopía incumplida; el patrimonio edificado reciente -los edificios icónicos que identificamos con esta época de “progreso”- en esta exposición se ha convertido en silencioso testigo de una distopía tropical. En el ensayo introductorio de la exposición, cuya “curadora” ha titulado Tropical Decay, y que bien podría titularse en español Decadencia, o Deterioro tropical -el ensayo que acompaña la obra está redactado en inglés, vaya usted a saber por qué- se manifiesta una particular insistencia, casi ideológica, en “leer” esta pintura de Báez como muestra de deterioro, ya no de unos edificios, sino de todo un proyecto político, el Estado Libre Asociado. La asombrosa pintura de Rogelio Báez bastaría, nos encontramos ante un magnífico pintor. El ensayo acompañante convierte esta visionaria experiencia plástica en testigo del apocalipsis boricua. Es como aplicarle una innecesaria capa de pintura ideológica, descubrirnos como manifiesto algo que apenas está insinuado.
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