Una sociedad enfocada solo en los más vulnerables -pensionados, dependientes de ayudas federales en un setenta por ciento de su población- no tiene porvenir, tampoco salida a mediano plazo. Puerto Rico, en su reciente negociación del ajuste de deuda, prueba que la productividad y la creación de riquezas todavía son las últimas prioridades en la agenda política y económica. Nos vamos transformando en sociedad de jóvenes dependientes y viejos pensionados. Los “más vulnerables” se ha convertido en una ventajosa consigna politiquera, la más reciente “marca” de la demagogia isleña. Los jóvenes en edad empresarial y productiva se van porque aquí no encuentran horizonte. Queremos vivir impunemente, no pagar el costo y las consecuencias del despilfarro, el mal manejo de las finanzas públicas, la corrupción, la irresponsabilidad de partidos políticos que solo ofrecen gratificación al corto plazo de unas elecciones.
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