

“Toda política es local”, es una frase en la política estadounidense popularizada en la década de los años setenta del siglo pasado por el presidente de la Cámara de Representantes federal, Tip O’Neill. La referencia es al dato de que los gobiernos están para servir a los “ciudadanos de a pie”, para atender sus problemas más acuciantes; aquellos que se relacionan con su vida diaria, con los que les duele a ellos y a sus familiares. Eso, más que la manía de gobernantes que prefieren “llenar el ojo” de sus constituyentes con obras monumentales a las que, de ordinario, el “ciudadano de a pie” no tiene acceso, y que finalmente, en tantos casos, se convierten en monumentos a la vanidad, el derroche y la insensatez.
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