Fueron $325,200 en bebidas y comidas que se gastaron tres exrectores de la Universidad de Puerto Rico mientras en mi salón caían goteras del aire acondicionado. Las goteras hacían “plic, plic”, porque abajo le colocamos un envase de plástico rectangular, que antes era un zafacón o que sigue siendo un zafacón, pero de goteras. “Plic, plic” hacían cuando Sócrates, en medio de un banquete con vino y aceitunas, despabilaba a todos con su típica mayéutica. “Plic, plic” cuando Montaigne hablaba de sus cálculos renales, sobre los caníbales o de la importancia de los pulgares. “Plic, plic” cuando Aquiles lloraba ante los ruegos del padre del difunto Héctor, que le reclamaba el cadáver de su hijo.
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