Rehabilitar y repoblar los centros urbanos tradicionales es un buen punto de partida hacia el futuro que demostraría planificación inteligente mientras se revisan los mapas de inundación a largo plazo, escribe Fernando E. Pabón Rico
Rehabilitar y repoblar los centros urbanos tradicionales es un buen punto de partida hacia el futuro que demostraría planificación inteligente mientras se revisan los mapas de inundación a largo plazo, escribe Fernando E. Pabón Rico
Nuestros centros urbanos históricos ofrecen ventajas insuperables y decisivas ante el futuro. No es casualidad ni capricho que se establecieron allí. Uno de los factores decisivos suele haber sido la seguridad que provee cada lugar ante las amenazas de las inundaciones por su elevación sobre el entorno. Sus suelos firmes y con buen drenaje garantizan su funcionamiento a pesar de las inclemencias del tiempo y hoy día, el aumento del nivel del mar. También proveen otras ventajas: hay de todo y todo está cerca, incluidas las oportunidades laborales. Viabilizan la formación de una masa crítica de pobladores, esencial para todo lo opcional. Son el espacio organizador de la vida colectiva, de las iniciativas empresariales, y reúnen los símbolos de nuestras aspiraciones. Dan forma al punto de encuentro entre minimizar los riesgos y maximizar los sueños.
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