Ariopuerto es lo que despega de nuestra boca. En el habla cuidada sale la que “se supone”: aeropuerto. Mas hay quien se cuida tanto que hasta le añade una e- (aereopuerto) por analogía con aéreo. En fin, aeropuerto es una palabra compuesta por dos elementos. El primero es aero-, prefijo griego que significa aire. El segundo es -puerto, que no necesita mucha explicación. Hasta aquí todos volando bajito. Pero... ¿por qué decimos ariopuerto? Pues resulta que, como hemos dicho antes, desde tiempos del latín vulgar, el hiato pocas veces se conserva. Las dos vocales del hiato, que están en sílabas distintas, a-e-ro-, se reducen a una sola sílaba casi siempre en un diptongo. ¿Airopuerto? No, ariopuerto. ¿Por qué? El hablante articula los sonidos donde sea más sencilla su pronunciación, y para producir mayor eufonía o belleza. Ario- es mucho natural y fácil que airo-, ¿verdad que sí? Resuelto el misterio, me despido contándole de aquel pajarito que volaba ensimismado por la Baldorioty de Castro, admirando los aviones que despegaban del ariopuerto, elevándose hasta desaparecer en el firmamento. Tal era la distracción de nuestro plumífero amigo que, en un abrir y cerrar de alas, chocó de frente con un taxi y cayó inconsciente en el pavimento. El taxista, alarmado y preocupado, lo recogió y, para protegerlo hasta que se recuperara, lo puso en una jaulita. Cuando el pajarito despertó y vio los barrotes de la jaulita dijo: -¡Diache, maté al taxista!
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