Para fines de su gente en New York, Ocasio-Cortez puede ser una paladina de la democracia, pero para fines de nosotros, es una colonialista más que pretende acallarnos, de acuerdo con Gregorio J. Igartúa
Para fines de su gente en New York, Ocasio-Cortez puede ser una paladina de la democracia, pero para fines de nosotros, es una colonialista más que pretende acallarnos, de acuerdo con Gregorio J. Igartúa
Hace unos meses escribí una columna titulada “Una colonia de New York” en la que argumenté, en síntesis, que so color de su ascendencia puertorriqueña, una serie de congresistas de New York se han valido de los poderes coloniales para autoproclamarse nuestros portavoces e imponer su visión de la Isla. Expuse entonces que “han socavado a nuestros funcionarios electos, acaparado la discusión, y devaluado la opinión de los residentes de la Isla sobre los aspectos más fundamentales de sus vidas”. Precisamente, anticipé el debate que ahora está al centro de la discusión pública local y federal ante el evidente estancamiento del proyecto 8393, conocido como el “Puerto Rico Status Act”.
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