La amenaza y los intentos de atacar nuestras instituciones de enseñanza debe considerarse una emergencia social, escribe José Pons Madera
La amenaza y los intentos de atacar nuestras instituciones de enseñanza debe considerarse una emergencia social, escribe José Pons Madera
La pasada década ha dejado un escalofriante saldo de tragedias perpetradas con armas de fuego en escuelas ubicadas en múltiples estados de la nación americana. En algunos de estos incidentes existieron señales de alerta antes de que los perpetradores iniciaran la actividad de violencia. Estos fueron mayormente jóvenes de 15 a 21 años quienes, a pesar de presentar conductas de riesgo, no fueron intervenidos a tiempo por familiares, amigos y miembros del personal escolar o por las autoridades policiacas. En ocasiones hubo rumores de la intención de hacer daño a maestros o a la propiedad, pero no se le prestó la debida atención hasta que la intención se convirtió en acción.
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