Esa mirada que te da un ciudadano al que no conoces. La misma que cruzas en el tráfago del día con otro, que sube las cejas y arruga la boca en señal de dificultad. Un país en asedio, que agarra lo más banal como refugio de una alegría negada, tóxico y abatido. Esas miradas se hablan de la crisis sin una sola palabra, pero diciéndolo todo.
Se adhiere a los criterios de The Trust Project