El asesinato de Andrea y el suicidio de Miguel dramatizan hechos demasiado cotidianos para ignorarse, escribe Antonio Martorell
El asesinato de Andrea y el suicidio de Miguel dramatizan hechos demasiado cotidianos para ignorarse, escribe Antonio Martorell
La noticia nos amanece día tras día. Una muerte se suma a otra, se multiplica el duelo, se restan las vidas. Un hombre, Miguel Ángel Ocasio Santiago, toma la justicia en sus manos. El asesino confeso de Andrea Ruiz Costas sucumbe a la culpa y el victimario se convierte en otra víctima más de nuestra educación en el poder, que no en el amor. Demasiada evidencia de los tribunales incapaces de evitar tanto el crimen como el castigo.
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