

Para el año 1975 mi familia recién se había mudado a Río Piedras y por allí andaba yo a mis 24 años, con una guitarra al hombro buscando cantar a la menor provocación. Para ese entonces existía la cafetería La Torre, lugar de reunión de cuanto socialista, existencialista, anarquista y “loco” rondaba por aquellas calles. Hasta allí llegue yo con mi timidez y mi guitarra. Me encantaba conversar con la poetisa Ángela María Dávila, el escritor José “Ché” Meléndez, el pintor y poeta, Roberto “El Bocquio” Alberty, el artista plástico y poeta Jorge Mendosa Mendosimo, y el poeta y cantautor, Antonio Cabán Vale, El Topo, entre muchos otros trabajadores del arte que llegaban hasta allí. En aquellas conversaciones, que muchas veces comenzaban con un café a las 3:00 de la tarde y terminaban con vino y cerveza a la medianoche, fui descubriendo que mi voz podría tener una función más profunda que la que yo pensaba. Entre los poemas de Ángela María y las canciones de El Topo, fui descubriéndome como mujer, como puertorriqueña y como una hija de esta Patria deseosa de contribuir apostando al futuro.
Te invitamos a descargar cualquiera de estos navegadores para ver nuestras noticias: