El manejo de fuegos cuyo origen son estas baterías representan un gran reto para los bomberos y las agencias de respuesta a desastres, escribe Ángel Crespo
El manejo de fuegos cuyo origen son estas baterías representan un gran reto para los bomberos y las agencias de respuesta a desastres, escribe Ángel Crespo
Una columna de humo se divisaba desde diversos sectores del área metropolitana ayer a media mañana. El Comisionado de Bomberos alertaba sobre un incendio en un taller de un concesionario de automóviles, ubicado en la avenida Kennedy. Luego de varias horas trascendía públicamente que el origen del fuego podría involucrar un automóvil de funcionamiento eléctrico. Al momento de los hechos me encontraba leyendo el artículo de portada de la revista de la Asociación Nacional Contra Incendios (NFPA, por sus siglas en inglés). La portada presenta la figura de un bombero frente a numerosas baterías humeantes y un titular que cuestiona si esos servidores públicos y las agencias de emergencias se están preparando para atender el riesgo de incendios causados por estos productos con la misma celeridad que estas tecnologías emergen y se utilizan en hogares, comercios e industrias.
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