Debemos proveer un espacio de inclusión a la comunidad sorda, pues el acto de comercializar la enseñanza de la lengua de señas podría ser observado como uno de opresión y monopolización de su lengua, dice Angelique García Solá
Debemos proveer un espacio de inclusión a la comunidad sorda, pues el acto de comercializar la enseñanza de la lengua de señas podría ser observado como uno de opresión y monopolización de su lengua, dice Angelique García Solá
Entre los años 1950 a 1960, debido a la necesidad de acceso comunicológico y de información, la profesión de interpretación de lengua de señas se inició de manera voluntaria y realizada por familiares y amigos de personas sordas. Muchos comienzan con la idea de “ayudar” a la comunidad sorda; otros desean convertirse en intérpretes o debido a su trabajo, piensan que les sería útil.
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