El estruendo del disparo no solo hirió a Trump, sino que resonó en el corazón de la democracia Americana, escribe Eduardo Bhatia
El estruendo del disparo no solo hirió a Trump, sino que resonó en el corazón de la democracia Americana, escribe Eduardo Bhatia
El expresidente Donald Trump está vivo por suerte y destino. Apenas a un centímetro de su cerebro, la bala que impactó su oreja le hubiera causado la muerte instantáneamente, si penetraba en su cabeza o cuello. Ese disparo pudo haber resultado en una tragedia no solo para él y su familia, sino para toda una nación. Refleja una nueva manifestación de la terrible violencia que se está generando nuevamente en Estados Unidos cuando el civismo se pierde y la polarización pasional, irracional y descabellada se apodera de la interacción humana.
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