¿Qué habrá pensado Jasmine cuando esquivaba los obstáculos aéreos de nuestro más estrepitoso ensayo de ciudad?, pregunta Cezanne Cardona Morales
¿Qué habrá pensado Jasmine cuando esquivaba los obstáculos aéreos de nuestro más estrepitoso ensayo de ciudad?, pregunta Cezanne Cardona Morales
Tenemos más turismo que país. Eso lo sabía bien doña Inés Mendoza cuando se quejaba de lo imposible que era encontrar almojábanas en el Hotel Condado o una buena garbanzada en el Caribe Hilton. Casi puedo imaginar la cara de la ex primera dama, en su casa de Trujillo Alto, escribiendo aquella carta gruñona con esa pose de procerato, tan de finales de los años cincuenta, y en la que se nacionalizaba hasta una receta para postre -como sugiere Cruz Miguel Ortiz- con tal de disimular el ruido aplanador del optimismo libreasociado. “¿Qué derecho tienen -se preguntaba Mendoza- estos grandes hoteles y restaurantes de privarnos de nuestros requetesabrosos platos criollos?” El mismo año que doña Inés redacta esa misiva, Hunter S. Thompson trabaja como periodista en la isla y escribe el manuscrito de The Rum Diary, novela en la que al autor le dio por acentuar la e de Caribe Hilton. Todavía hoy, en la edición de Simon & Schuster, el icónico hotel aparece escrito como “Caribé Hilton”, un error tipográfico que parece más bien un homenaje a nuestro postrero urbanicidio.
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