¿Se acuerda, hace un par de Bocadillos, de los dobletes? ¿Que no se acuerda? Pues le refresco... la memoria. Un doblete etimoló´gico, explica Stala, es “una palabra popular y una voz culta, donde tradicionalmente se consideran cultismos los vocablos latinos o griegos a travé´s del latí´n, que, a causa de haber entrado en nuestra lengua por ví´a culta (...) se integraron en ella con casi plenitud de sus caracterí´sticas fonéticas y semá´nticas originarias”. Uno de esos dobletes que nos pone a sudar es el de cá´lido / caldo. No olvide que en los dobletes lo único en común es su origen, pues no se mantuvo ni la forma ni, en muchos de ellos, su significado. Bien. Corominas recoge cá´lido ‘caluroso’ y nos remite a caldo del antiguo adjetivo caldo ‘caliente’, y este a su vez del latín calidus. El uso de “caldo como adjetivo desapareció´ pronto (...) reemplazado por CALIENTE”. Mientras, caldo, con el significado de ‘lí´quido que resulta de cocer en agua la carne y otras viandas’ tuvo como antecedente latino ‘vino caliente’. “Más tarde se introdujo cálido como cultismo (...)”. Hoy día un caldo, por lo menos en Puerto Rico, es la sopita clara. Mientras “cá´lido es aquello que da calor (...)”. Nuestro caldo, antes caluroso, levanta el espíritu cuando estamos enfermitos o en días friítos de tormentas y huracanes (tan añorados estos días, quién lo diría).
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