Disco tras disco, Cano Estremera hizo bueno su alegato de ser el ‘Dueño del soneo’, manteniendo en alto una de las principales tradiciones que distinguen el género de la salsa, escribe Rafael Vega Curry
Disco tras disco, Cano Estremera hizo bueno su alegato de ser el ‘Dueño del soneo’, manteniendo en alto una de las principales tradiciones que distinguen el género de la salsa, escribe Rafael Vega Curry
Los inicios de la carrera de Carlos “Cano” Estremera no necesariamente prefiguraban el gran sonero en que llegaría a convertirse. Recuerdo la primera vez que lo vi. Fue en el Coliseo Roberto Clemente, estrenándose como cantante de la orquesta de Bobby Valentín, que abría -si mal no recuerdo- un concierto de las Estrellas de Fania. El Cano, simple y sencillamente, no soneó bien. Lució carente de ideas y hasta un poco perdido en lo que a ritmo se refiere. Quizás aún no había engranado bien con la orquesta. Quizás estaba nervioso, en la que probablemente era su presentación más importante hasta la fecha.
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