Las tres. Mire, cansado o no, hay que seguir pa’lante. Le cuento que hay consonantes que desaparecen cuando están entre vocales por razones FONÉTICAS (lo relacionado a los sonidos del habla). Cuando esas consonantes desaparecen, como en cansado>cansao, se crean hiatos secundarios (recuerde que el hiato es el encuentro de dos vocales “fuertes” corridas, pero en sílabas distintas). ¿Cansado ya? No se raje que falta un poquito. Ese hiato (can-sa-o) suele, a su vez, convertirse en un diptongo (porque el español odia los hiatos). ¿Cómo? Una de las vocales “fuertes” del hiato cambia de posición dentro de su boca y se convierte en una vocal “débil”. La [o] se convierte en [u], y la [e], se convierte en [i]. Usted oye este fenómeno (y también lo pronuncia) todos los días de Dios (aunque se caiga de “espaldas” negándolo). Como siempre, vamos con un ejemplo para sacarle la maleza al monte: casado>casao>casau (muy parecido a cansao). También pedazo>peazo>piazo. Y mire cómo son las cosas; nos dice el tomo de fonología de la nueva Gramática que en Madrid y en Andalucía la pronunciación ao es perfectamente “culta” en el habla espontánea, pero acá en América, la mismita pronunciación ao>au, que responde al mismo proceso, se considera “poco cuidada”. Así nos dicen que son las cosas. En Madrid Bocao y acá... ¡Bocado! ¿Le parece descuidada nuestra pronunciación? ¿O será más relajada, menos conservadora? Y ¿si son diminutivos? Sí, también pasa. Entonces… ¿Bocaíllos o Bocadillos?
Se adhiere a los criterios de The Trust Project