

Unión, alianza, acuerdos, consenso, son palabras que en el pasado eran referencia de debilidad política. Unirse para lograr algún objetivo común era traición para quienes, por décadas, han predicado sobre la virtud del voto íntegro y que han definido éxito en el copo electoral. La coloquial frase de “banquete total” ha sido por años la aspiración del bipartidismo, demonizando la diversidad representativa y prejuiciadamente definiéndola como parte de lo que fue el improductivo gobierno compartido, que de diversidad solo tenía el grado de codicia que prevalecía en los bandos y no en la representatividad pura de una legislatura que fuera reflejo del pueblo.
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