No podemos ponerle el título de libertad religiosa a la práctica de burlar la ley, cuando las vidas las familias puertorriqueñas y de la humanidad está en juego, escribe Samuel Silva Gotay
No podemos ponerle el título de libertad religiosa a la práctica de burlar la ley, cuando las vidas las familias puertorriqueñas y de la humanidad está en juego, escribe Samuel Silva Gotay
Para el tiempo que los abuelos de algunos de nosotros nacieron, la Pandemia de la Influenza de 1917 mató más de 50 millones de habitantes en el mundo, de acuerdo con los historiadores de la medicina. En Puerto Rico murieron 10,000, según señala la historiadora María Urrutia, en su reciente libro sobre lo que ocurrió en la isla. Si hubiese habido vacuna, no hubieran muerto 50 millones de personas. En esos tiempos se levantaron en todo el mundo agoreros, predicadores, curanderos y brujos de la comunidad con toda clase de remedios, que no salvaron ni una sola persona, por falta del conocimiento científico que hoy tenemos para salvar a millones de personas.
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