Me escribe mi agudo lector, Juan, con lo siguiente: “El Tribunal Supremo de PR, en una opinión reciente sobre condominios, utiliza la palabra “condóminos” en vez de “condóMINES” [...]. Según el Diccionario Ilustrado de la Lengua Española, la palabra correcta es condómino. Me parece que debes aprovechar tu columna para ilustrar a los residentes de condominios [...]. Prefiero la palabra condóminos porque a los jubilados que vivimos en condominios nos gusta mucho matar el tiempo jugando dóminos”. En efecto, la palabra “en ley” es condóminos, por etimología (cum y dominus). Pero lo que se oye por ahí es condómiNES. ¿Por qué? Pues agarrando el toro por el rabo, podemos pensar que el rollo es entre vocales. La vocal tónica (acentuada) es la [o] seguida de la flaquita [i] átona: condó-mi- n(o)~(e). ¿ Y por qué cambiamos la [o] final por una [e]? Resulta que en la secuencia [mi.ne] a diferencia de la secuencia [mi.no], la [i] átona, la consonante [n] y la [e] comparten un rasgo articulatorio: son sonidos anteriores (están en la parte anterior de la boca, mientras que la vocal [o] se articula en la parte posterior). Además, al ser átonas, esas vocales son más susceptibles a cualquier cambio. Si llegar al próximo sonido representa un camino largo y escabroso, optamos por algo intermedio, siempre que no se altere el significado. Por eso condómine es más facilita articulatoriamente que condómino. Pero mire, con o sin dominó, lo verdaderamente importante es que condómines o condóminos vivan en paz y armonía, no vaya a ser que el condominio se convierta en un condemonio.
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