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Desde que leí esa frase por primera ocasión en mi adolescencia en el popular libro Corre, Nicky, corre, del pastor Nicky Cruz, la llevo marcada en mi pensamiento por lo fogosa y entusiasta que suena y por los múltiples significados que puede tener. Más tarde, en 1995, el personaje de “Forrest Gump”, el cual le representó a Tom Hanks su segundo premio Oscar al mejor actor, corre en varias ocasiones en el filme: cuando era pequeño para que no lo “bullearan” más; luego en la universidad, como un súper veloz “running back” del mítico equipo de fútbol de Alabama; y cuando corre a través de Estados Unidos detrás de un sueño. Todavía resuena el Run, Forrest, run.
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