El COVID-19 y la respuesta que ha generado nos demuestran que, cuando una situación es lo suficientemente urgente, los recursos se redistribuyen o aparecen, plantea Amanda Rivera Flores
El COVID-19 y la respuesta que ha generado nos demuestran que, cuando una situación es lo suficientemente urgente, los recursos se redistribuyen o aparecen, plantea Amanda Rivera Flores
No es necesario un análisis profundo para saber que la nueva crisis del COVID-19 es llover sobre mojado para la niñez puertorriqueña, que vive empobrecida y ha sufrido los impactos del huracán María, la crisis fiscal y los terremotos. El COVID-19 dará un golpe fuerte a las familias con niños que viven en la pobreza, particularmente a las familias trabajadoras, cifra que en el 2018 constituía unas 94,000 familias. De estas, casi la mitad trabaja a tiempo parcial. El impacto será también particularmente significativo para los 70,000 jóvenes menores de 25 años que laboran en industrias altamente volátiles, como las ventas al por menor, las hospederías y los restaurantes. Sin duda alguna, estas poblaciones verán un mayor empobrecimiento.
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