Al mirar al pasado inmediato y a las alternativas del presente a la gobernación, Pedro Pierluisi debería tener la relección asegurada. Sin embargo, en la práctica, no es así, escribe Carlos Díaz Olivo
Al mirar al pasado inmediato y a las alternativas del presente a la gobernación, Pedro Pierluisi debería tener la relección asegurada. Sin embargo, en la práctica, no es así, escribe Carlos Díaz Olivo
El título de esta columna resume la impresión que causan las ejecutorias, deslucidas y poco efectivas, del liderato político en Puerto Rico. El martes pasado, el gobernador Pedro Pierluisi, presentó su mensaje ante la Asamblea Legislativa. La manera más rigurosa y responsable de informar el estado de situación, no es pronunciando un discurso sino sometiendo un documento escrito juicioso y fundamentado. Así lo hicieron todos los presidentes de Estados Unidos desde Washington, en 1789, hasta Taft, en 1912. En 1913, Woodrow Wilson se presentó ante el Congreso y expuso su discurso oralmente. Desde entonces, los mensajes dejaron de ser instrumentos de gerencia pública para convertirse en medios de propaganda política.
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