“En el fondo de todos los homenajes rendidos a la democracia –decía Sir Winston Churchill– está el hombre que entra a la caseta provisto de un pequeño lápiz y traza una raya sobre un pedazo de papel”. Coincido con el inolvidable gran hombre de Estado. Hoy, cuando nuestro pueblo se apresta a iniciar el camino hacia las urnas de votación, vale que insistamos en la obligación moral, que no de ley, de ejercer el más puntual derecho ciudadano en una democracia: el derecho al voto, base esencial de la libertad humana.
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